jueves, 5 de mayo de 2011

Pegaso


Pegaso fue el primer caballo que consiguió estar entre los dioses de la Mitología Griega. Pegaso era el caballo de Zeus, el dios soberano y amo del Cielo y la Tierra.
 
Según los esquemas de la mitología griega el "caballo volador" nació del chorro de sangre que brotó cuando Perseo cortó la cabeza a Medusa. Ésta era una de las tres hermanas Gorgonas (Medusa, Esteno y Euríale). 


Perseo fue enviado por el rey Polidectes de Sérifos a buscar la cabeza de Medusa. Con la ayuda de Atenea y Hermes, que le dio las sandalias aladas, la capa de invisibilidad de Hades, una espada y un escudo espejado, Perseo cumplió su misión. Medusa, que estaba embarazada de Poseidón, fue decapitada mientras dormía. 


El héroe mató a Medusa haciéndole mirar su reflejo en el espejo en lugar de enfrentarse directamente a ella para evitar quedar petrificado. Cuando cortó su cabeza, del cuello brotó su descendencia: Pegaso, el caballo alado, y Crisaor, el héroe de la espada de oro. 

Poco después de su nacimiento, el mágico corcel golpeó con una coz el suelo del monte Helicón y en el acto comenzó a fluir un manantial, después consagrado a las Musas y que, según se cree, es la fuente de la inspiración poética.

Pegaso, creció y vivió sus años de potro en las laderas y los verdes prados del monte Olimpo, morada de los dioses, que estaba situado entre Tesalia y Macedonia (hoy monte Olimpos) y era un bello ejemplar del tipo "sículo", cruce del ario y del persa, de color blanco y gran poderío. Estaba dotado de alas y volaba por los aires, cuando no corría "como el viento" por la tierra.

Todos intentaron en vano capturar y amansar al caballo y ésta se convirtió en la obsesión de Belerofonte, príncipe de Corinto, que, siguiendo el consejo de un adivino, pasó una noche en el templo de la diosa Atenea. Mientras dormía, se le apareció la diosa con una brida de oro junto a él, y con ella pudo capturar y amansar fácilmente al caballo alado.

A partir de ese momento, Pegaso se convirtió en una gran ayuda para el héroe y lo acompañó en sus aventuras contra las amazonas y la Quimera, multiplicando sus hazañas.

Belerofonte, sin embargo, fue víctima de su propio orgullo. Cuando logró volar hasta la cima del monte Olimpo para reunirse con los dioses, el prudente caballo lo derribó y dejó que Belerofonte vagara sin rumbo, desconsolado y rechazado por los inmortales.

Pegaso encontró refugio en los establos olímpicos y Zeus le encargó que le llevara el trueno y el rayo, los símbolos de su poder. Posteriormente los dioses transformaron a Pegaso en una constelación.




Pegaso fue el caballo más rápido que ha existido y el símbolo de la velocidad como los demuestran los cantos inmortales que en su honor entonaron los poetas de todos los tiempos. Pero, además, fue también el primer medio de comunicación y transporte que se elevó por los aires. De ahí las numerosas fábulas que le atribuyeron los griegos y el lugar destacado que ocupa en la mitología y en la historia del caballo. Aunque no fuese un caballo de carne y hueso. 

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