Criollo
El caballo criollo de América Latina es descendiente directo de los caballos ibéricos importados por los colonos españoles en la conquista del “nuevo mundo”. Muchos caballos fueron abandonados a su suerte y éstos se adaptaron bien a la vida salvaje, ya que el entorno era el ideal para su desarrollo. Estos caballos salvajes eran caballos españoles, caballos portugueses e incluso árabes. Éstas tres razas fueron las que transmitieron su sangre y principales características a la raza Criolla.
Con el paso del tiempo, la raza criolla se ha ido adaptando al hábitat de las grandes llanuras de América del sur. Esta adaptación impuso una selección natural muy severa, ya que sólo los más fuertes lograban sobrevivir y reproducirse, aprendiendo a defenderse de peligros como los depredadores o los climas extremos. Estas duras condiciones permitieron que el caballo criollo actual presente una gran resistencia, tanto física como de salud, y que sea un animal sobrio y fuerte.
A finales del siglo XIX, la introducción de machos europeos o de América del norte degeneró la raza. Actualmente, el caballo Criollo argentino es el más cercano al estándar de la raza.
Las características del caballo criollo no están del todo definidas, ya que en los distintos países del continente se ha ido desarrollando de diverso modo. Aún así, las principales características son las siguientes:
Poseen una alzada que oscila entre los 140 y los 150 centímetros. Son animales compactos y musculosos, capaces de cargar con pesos considerables. Su cabeza, pequeña igual que el cuerpo, es ancha. Su cuello está muy musculado al igual que los cuartos y las patas. Sus cascos son duros.