Se trata de un tipo de monta utilizada por los ejércitos. Los caballos debían soportar grandes pesos y la vez ser capaces de revolverse rápido, ser capaces de cocear y realizar levadas para sacar de peligro al jinete.
Así, este tipo de monta se caracteriza por llevar al caballo con una sóla mano, con grandes hierros, en monturas con grandes borrenes que permitiesen sujetar bien al jinete ante los bruscos movimientos y estribos cortos para que el jinete llevase con sus piernas al caballo pudiendo usar las manos para tirar el arco o, en un tipo de arma que se asemeja a la usada hoy en el acoso y derribo, la lanza, por la que han sido tradicionalmente conocidos los jinetes españoles.
sábado, 30 de junio de 2012
jueves, 28 de junio de 2012
Poni Dartmoor
El dartmoor es un magnífico ejemplo de poni de monta. Su hábitat es salvaje y áspero, soportando una vegetación pobre y de matorral. Éste poni es fuerte y resistente, pero necesita heno para sobrevivir en invierno.
Es originario de Gran Bretaña, de color bayo, y marrón. Es robusto, con cuartos traseros fuertes, patas delgadas y resistentes, tranquilo, sensible, y cariñoso. Es Ideal como poni para los niños y para competición.
1) La altura media del pony suele ser de 12 manos (120 cm) lo que lo pone fácil a cualquier niño a la hora de prepararlo, limpiarlo, ensillarlo y montarlo.
2) Se mueven con un tranco bajo pareciendo a sus jinetes que llevan una montura mucho más grande
3) No son tan excitables como otros ponis, son fáciles de entrenar y poseen un corazón generoso y amable como los de la familia Labrador.
4) En la competición han tenido grandes éxitos tanto en salto como en cross-country y doma, demostrando que es una raza a tener en cuenta en competición.
5) Cuando es usado como pony de tiro, pueden aguantar contra otros equinos de mayor tamaño, mostrando fortaleza y coraje aliados con su calma.
Esta raza es originaria de la costa sudoeste de Inglaterra, condado de Devon. Recibió su nombre de un área salvaje llamada Dartmoor, que se encuentra a más de 1000 pies sobre el nivel del mar. Esta zona recibe galernas del Atlántico y el terreno es muy rocoso y de poca vegetación. De ahí que este pony sea de pie muy seguro, duro y poderoso para poder sobrevivir casi en cualquier condición y clima del mundo.
A través de la historia el Dartmoor ha sido usado como animal de carga en las minas, acarreando balas de lana, piedras de granito y todo tipo de materiales. Tiraban de carros a los mercados y desde comienzos del sigo XX hasta los sesenta, los guardianes de la prisión de Dartmoor los usaban para escoltar a los prisioneros a sus deberes fuera de la prisión.
La altura límite de un macho reproductor es de 14 manos (140 cm) y para una yegua madre de 13.2 hands (132 cm), pero pocos ponis se acercan a esa altura.
Escuelas de equitación
Las primeras escuelas.
Fue en la época bizantina cuando aparecieron elementos tales como la silla, la brida y las riendas. Sin olvidar que con la silla se crearon los estribos que fueron de gran utilidad para los jinetes que tenían que buscar el máximo equilibrio en su caballo, a consecuencia del peso que representaban sus armaduras y escudos y las armas propias de la época.
Fue entonces cuando se empezaron a estudiar sistemas y técnicas, y surgieron las escuelas "a la jineta" y "a la brida". La segunda prevaleció sobre la primera pero esto no quiere decir que "la jineta" haya quedado en desuso.
En los campos andaluces y salmantinos, en los cortijos o en el rejoneo en las plazas de toros todavía esta vigente el estilo limpio, elegante y ardoroso de la jineta. Precisamente en España y Portugal.
No obstante, las tácticas de combate, los juegos de guerra y el peso de las armaduras generalizaron en toda Europa la llamada "Escuela de la Brida", mientras que el sistema de montar "a la jineta", más apropiado para los juegos de cañas y el toreo se afianzó en España y ahí sigue.
Para montar a la brida, se requiere un arnés cabecero que sujete al caballo mediante la brida propiamente dicha, el freno o bocado y las riendas. La silla carece de resaltes o salientes excesivos y los estribos han sufrido cambios en los materiales utilizados.
Las guerra de Italia, en la época, iniciada por los Reyes Católicos, fueron unas de las causas que acabaron por generalizar en España la escuela de la brida, por cuanto el jinete tenía una mayor movilidad y libertad de acción, sin las limitaciones que imponían los útiles aplicados al caballo más que el propio dominio del jinete que lo montaba.
La permanencia en Italia de los soldados españoles, peleando con enemigos cuya táctica guerrera era tan distinta de la que ellos habían practicado en suelo español durante el largo periodo de la Reconquista, produjo sin duda una profunda modificación en la manera de combatir a caballo, y por tanto en la utilización de este.
Fue pues en Italia donde la caballería española empezó a amoldarse a los nuevos estilos, dejando el español para las competiciones y los juegos clásicos. El método o sistema de monta a la jineta tenía y tiene una característica muy especial, consistente en hacer correr, parar y girar el caballo bruscamente pero con sujeción a determinados principios. El caballo tenía que revolverse y marchar de uno a otro lado, incluso hacia atrás, con gran agilidad y presteza, y todo ello mediante la ayuda de pies, piernas y rodillas así como de la mano izquierda.
El freno reviste en este caso una forma muy especial y exclusiva: menos pesado y más corto que el de la brida. La silla asimismo, es un dato de preferente atención. Es distinta a la de la brida, de hechura casi cuadrada, de mayor fortaleza y con dos arzones prominentes, el de delante recto y el posterior alto también pero ligeramente inclinado hacia atrás. No obstante el caballero en esta silla va perfectamente encajado, sujeto y sin riesgo de descomponerse al ejecutar los movimientos necesarios en los ejercicios correspondientes.
Los estribos también son distintos a la otra monta: los había de dos clases, de "medio celemín" y de media luna, tanto para el combate como para torear de hierro, mientras que para el campo el material empleado era la madera. El pie, quedaba pues, perfectamente resguardado de los embites a los que había que oponerse, especialmente de los cuernos de los toros. En la jineta se utilizaban asimismo diversas espuelas, acicates diversos, de aguijón, pico de gorrión, etc. La posición del jinete es distinta en una y otra monta.
El conde de Fiaschi fundó su particular escuela de equitación en el año 1539 en la ciudad Italiana de Ferrara, y todo apunta a que fue la primera escuela de equitación de la que se tiene noticia. Fiaschi también expuso sus conocimientos y sus experiencias vividas junto a los caballos en diversos escritos. Tenía como fieles alumnos a Federico Grisone y Juan B. Pignatelli, que le sucedieron en sus teorías y en sus prácticas, y más tarde en la dirección en la dirección de su escuela que trasladaron a Nápoles. Entonces ya se había conseguido crear la Escuela Italiana, a la que acudían los hijos de las mejores familias francesas y alemanas, y esta fue la base de la creación de otras escuelas en dichos países, en especial la francesa de La Broue y La Baume.
Pero entretanto surgió una escuela que hizo historia y que se mantiene en nuestros días: la clásica Alta Escuela Española de Viena. Fue creada en el año 1572 y sustituyó a un famoso picadero cubierto austríaco. Fue en esta época el momento en que más se escribió sobre la hípica y la equitación. Estas constituyeron, junto con el deporte o arte de la esgrima y más tarde la gimnasia, los conceptos básicos de lo que había de ser el deporte del mundo.
Cada país realizaba sus estudios y fundaba sus escuelas de equitación. España también tuvo maestros en las prácticas hípicas, y en muchos casos, los conocimientos y las bases españolas sirvieron de iniciación a los escritos extranjeros.
Pero el país que más preocupación demostró respecto a la monta fue Francia. A partir de 1600 buscaba nuevas fórmulas y tal vez encontró el mejor sistema, basado en movimientos muy suaves. Los franceses fueron depurando la técnica que entonces se consideró como el estilo moderno y hoy aún prevalece.
Se crearon los picadero-escuelas de Versalles y las Tullerías, y países como España, Portugal y Alemania empezaron a seguir el ejemplo, creando escuelas con peculiaridades propias pero bajo la influencia francesa. No obstante cada escuela publicaba libros en los que aunque exponían realidades técnicas extranjeras, mantenían sus propios conceptos y defendían sus convicciones clásicas.
Por lo tanto, el siglo XVIII trajo consigo una preocupación y esmero en la preparación del caballo y en los antiguos sistemas de doma, pues se buscó la cadencia de la marcha y la flexibilidad en el manejo del corcel, y el movimiento de adorno hizo que surgiera la verdadera doma del noble bruto.
Francia siempre mantuvo la cabeza en los estudios ecuestres, con sus escuelas de Versalles, de caballería ligera y la de Saumur, y empezó una nueva era: la militar exenta de florituras para dar a la equitación una forma castrense.
De esta forma, el panorama ecuestre hasta tal vez 1920 estaba dominado por el estamento militar. Los jóvenes oficiales de la Escuela de Saumur se imponían por doquier hasta que se empezó a despertar el interés entre la población civil. A partir del citado año 1920 los jinetes civiles confirmaron su aparición en los concursos hípicos. La caballería en el estamento militar tocaba a su fin con la aparición de la caballería motorizada, y ello motivo el que la equitación terminase de orientarse deportivamente. Actualmente, aunque existen militares que dominan el arte ecuestre, el elemento civil impone criterios propios y a él le corresponde buena parte del resurgimiento competitivo en lo ecuestre.
Torneos
Las competiciones medievales acabaron rigiéndose por ciertas reglas y normas. Cuando se dejaban de lado los reglamentos no se conseguían más que accidentes, algunos de ellos mortales, lo cual no interesaba demasiado. El torneo fue la disciplina que más se practicó durante la edad Media.
Su origen queda aun sin aclarar, aunque los alemanes se jactan de haber sido sus inventores. También en Francia, Roma y Grecia se atribuyen sus inicios, todos ellos oscuros. En la Eneida, Virgilio lo describe como práctica de los antiguos troyanos. No obstante los torneos diferían mucho de un lugar a otro, y por lo tanto puede aceptarse la idea de que cada país los organizó con rasgos diferentes, siempre con la idea de realizar entrenamientos para la guerra, y que por lo tanto no cabe hablar de plagio.
Más tarde se crearon "códices" para el desarrollo de estas competiciones, y con ellos la unificación de criterios o coincidencias en su práctica. Las reglas expuestas por el francés Geofrey de Preuilly fueron adoptadas universalmente, y por tal motivo, a partir del siglo XIII se aceptó la posibilidad de que éste fuera el fundador de esta práctica, o al menos que consiguió dar una idea exacta de ella. Lo más caballeresco en los torneos es la presentación y boato con el que se rodean.
La realidad era distinta, y casi siempre terminaba en sangre. Dos grupos o equipos de caballeros acudían a la hora prevista ante las tribunas, repletas de damas y caballeros, todos ellos luciendo sus mejores galas. Los dos bandos iban precedidos de trompeteros, maceros con el capitán árbitro, pendones, escudos, criados, y palafraneros, ataviados con sus mejores trajes y portadores del escudo de armas
Terminado el desfile, ambos equipos se colocaban en la arena, enfrentados, y a la señal del capitán-árbitro, armas en ristre se lanzaban unos contra otros, en medio de los denuestos de los luchadores empeñados en desmontarse mutuamente. Los que quedaban en pie seguían luchando con toda clase de armas. A medida que la pelea se prolongaba, los ánimos se encrespaban y la "fiesta" terminaba a la hora de la puesta del sol si con anterioridad no había quedado uno de los dos bandos como claro vencedor.
Al pasar balance, el vencedor podía quedarse con la armas y el caballo del derrotado, al que incluso podía exigir el pago de un rescate. Aparte del botín recibía un delicado obsequio (casi siempre una joya) de la dama principal, designada como "reina" del festejo.
Pero los torneos fueron degenerando en su práctica, pues hubo momento en que se convirtieron en auténticas batallas, ya que a la pugna se unían partidarios de los dos bandos contendientes. Muy cerca de Colonia, en el año 1240, en un solo día murieron más de cincuenta caballeros.
Hasta principios del siglo XIV no hubo fiesta importante donde no se celebrara un torneo y por tal causa la disciplina fue degenerando. Hubo caballeros que formaron grupos profesionales con el fin de conseguir los botines y rescates asociados a los torneos, movidos por el afán de lucro y exponiendo el mínimo.
Las justas eran unas manifestaciones totalmente distintas de los torneos, pues consistía en un duelo entre dos caballeros, lanza en ristre y bien acorazados, que se atacaban mutuamente de frente, consiguiendo el triunfo el que consiguiera derribar a su oponente.
También estas tuvieron en ocasiones consecuencias trágicas, ya que no pocas veces las lanzas atravesaban las armaduras, y esto, junto con la fuerza del impacto, provocaba la muerte o por lo menos heridas graves entre los contendientes.
En las justas, para que la competición fuera más limpia e incluso proteger a la cabalgadura, se llegó a deslindar los terrenos de uno y otro contendiente con una valla de por medio. Más tarde aparecieron unos códices escritos también por el francés Preuilly, y se llegó incluso a establecer la utilización de escudo con el brazo izquierdo mientras habitualmente se enarbolaba la lanza con el derecho.
Hay anécdotas, como la muerte del rey francés Enrique II, esposo de Catalina de Médicis, que demuestran lo peligrosas que podían llegar a ser las competiciones.
Vista la peligrosidad de algunas de estas gestas, se buscó otro medio que permitiera la demostración de habilidad del caballero y ofreciese mayor emoción. Había que convertir un duelo en un juego de competición, y así surgió la idea de "romper lanzas".
En lugar de desmontar al contrincante con la lanza de combate, tratóse entonces de romper la lanza, de madera y sin su contera de hierro. El juego consistía en arremeterse como en las justas, pero al chocar la lanza con el escudo, el "arma" se rompía. Podían romperse tres lanzas en cada actuación de una misma pareja, y todo consistía en procurar que la lanza no resbalara en el escudo del contrincante. De esta forma, las justas se convirtieron en juego de competición, con cierto riesgo pero sin el peligro de las pruebas anteriores.
La justa tuvo en la rotura de lanzas su inclinación hacia lo deportivo. Y análogamente los torneos lo tuvieron en" el juego de las cañas", menos comprometida, y de consecuencias más leves.
En el juego de las cañas, se realizaban preparativos muy parecidos en su boato al que precedía a los torneos. Era un juego español por excelencia, que tuvo gran predicamento en las diversas cortes hispanas. Para practicar el juego era preciso disponer de caballos muy bien domados y sus jinetes debían ser sumamente hábiles y capaces de actuar sobre el corcel con gracia y soltura de movimientos.
miércoles, 27 de junio de 2012
Curiosidades. Visión
Solo ven la zona amarilla |
Las únicas zonas que los caballos no ven es directamente delante de él y justo por detrás. Por este motivo, en cualquier sitio donde halla caballos, te dicen que siempre te tienes que acercar a ellos por los laterales y preferentemente por el lado izquierdo. Si no lo haces así, puedes asustarles y esto posiblemente finalice con una gran coz.
Otra curiosidad es que ven muchísimo mejor en la oscuridad que nosotros y perciben una gama menor de colores.
Su visión es monocular, es decir, ven una cosa diferente con cada ojo y no distinguen la profundidad. Su visión es un solo plano.
martes, 26 de junio de 2012
Spirit, el corcel indomable
El sábado pasado echaron esta gran película que se ha colado entre las mejores de animación.
Título original: Spirit: Stallion of the cimarron
Dirección: Lorna Cook, Kelly Asbury
País: Estados Unidos
Año: 2002
Duración: 83 min.
Género: Familiar, Animación, Aventuras, Western
Calificación: Apta para todos los públicos
Reparto: Matt Damon, James Cromwell, Daniel Studi, Chopper Bernet, Jeff LeBeau, John Rubano, Richard McGonagle, Matt Levin, Adam Paul, Robert Cait, Charles Napier, Meredith Wells, Zahn McClarnon, Michael Horse, Donald Fullilove
Guión: John Fusco
Distribuidora: United International Pictures (UIP)
Productora: DreamWorks SKG, DreamWorks Animation
Presupuesto: 80.000.000,00 $
Agradecimientos: Bill Damaschke, Lenny Wohl
Animación: Aaron Kirby, Adam Burke, Adam J. York, Akemi Nakamura Tyler, Alexa Summerfield, Alexander Williams, Alexandra Boiger, Alexandre Puvilland, Alison Wells, Amy Taylor, Andrea Blasich, Andrew Molloy, Angie Glocka, Anthony Cipriano, Anthony Koteh, Antonella Russo, Antonio Fialho de Sousa, Antony Gray, Arlyn Bantog, Armand Baltazar, Armen Melkonian, Arnaud Berthier, Bang Won Lee, Ben Berkman, Benoît Le Pennec, Bill Kaufmann, Bo Johannesson, Brad Morris, Brendan Houghton, Brian Boylan, Brian Clift, Brooks Campbell, Bruce Ferriz, Cameron Hood, Carlos Grangel, Caroline Kranz, Carolyn Guske, Catherine McNeil, Cathy Jones, Cécile Bender, Chad L. Morgan, Chito Ang, Chloe Mauro, Christian Kuntz, Christine Lee, Christopher Oakley, Cindy Andress, Cinzia Angelini, Claire Morrissey, Clarence Robello, Claudia V. Keene
Departamento artístico: Athanassios Vakalis, Bill Kaufmann, Bob Logan, Cathy Jones, Christophe Lautrette, Denise Koyama, Don Hall, Don Morgan, Duncan Marjoribanks, Ed Li, Francisco Avalos, Francisco Mora, Fred Warter, Hani D. El-Masri, Hank Mayo, Jennifer Yuh, Jurgen Gross, Kadir Nelson, Larry Leker, Pat Sito, Paul Shardlow, Pierre-Olivier Vincent, Richie Chavez, Ritchie Sacilioc, Robert Koo, Ronaldo Del Carmen, Sharon Bridgeman, Simon Wells, Tom Sito, Viki Anderson, Zhaoping Wei
Departamento editorial: James Beshears, Joseph R. Thygesen, Lois A. Bellucci, Marcus Taylor, Mark Solomon, Mo Henry, Nick Fletcher, Terry Claborn
Departamento musical: Adam Noble, Alan Meyerson, Bob Clearmountain, Bruce Fowler, Craig Eastman, Gavin Greenaway, Geoff Foster, Gregg Silk, Harry Gregson-Williams, Heitor Pereira, Jake Jackson, James Dooley, Jay Rifkin, Joel J. Richard, Julie Imboden Keel, Kaz Boyle, Kevin Churko, Kevin Globerman, Kevin Harp, Maggie Rodford, Mel Wesson, Melissa Muik, Michael Price, Perry Montague Mason, Robb Boyd, Slamm Andrews, Steve Jablonsky, Tom Broderick, Tonia Davall, Tony Stanton, Trevor Morris
Dirección: Kelly Asbury, Lorna Cook
Dirección artística: Luc Desmarchelier, Robert W. Lukas
Diseño de producción: Kathy Altieri
Efectos especiales: Gary Allan Parks, Hezekiah McMurray, Vincent A. Villanueva
Efectos visuales: Al Holter, Alejandro Reyes, Angela Anastasia Diamos, Bob Lyss, Bryce Erickson, Carl Keeler, Charlene Logan, Charlie Kranz, Chris Kirshbaum, Christian Hatfield, Christopher J. Kurash, Colin Sittig, Dan Kessler, Daniel Killen, Danny Albano, Darren Donovan, David Lyons, David Patrick Valera, Dawn Wells, Debbie Kupczyk, Dennis Recchia, Dina McLaughlin, Doug Cooper, Doug Ikeler, Douglas Seiden, Ed Coffey, Eduardo G. Brieno, Ernesto Brieno, Esther Barr, Fernando Benítez, Gisele Recinos, Glenn Storm, Graham Woods, Helen Javan, Hock-Lian Law, Ida Voskanian, James Bird, James Farrington, Jeff Howard, Jeffrey C. Tse, Jim Mainard, Joan Doyle, Jon William Lopez, Jose L. De Juan, Joseph J. DiMattia, Julie Penman, Justin Schultz, Kevin Blum, Kevin Oakley, Kevin Willmering, Kim Mackey, Lauren Carr, Lee Crowe, Leonard F.W. Green, Lynette Charters, Marek Kochout, Mark Asai, Mark Chavez, Mark Peronto, Mark Tarbox, Marty Havran, Mary Mullen, Mary Sheridan, Melanie Pava, Michael Camarillo, Michael Duhatschek, Noe Garcia, Olivier Malric, Paul Seidman, Pin Ho, Rich Contadino, Richard Grandy, Richard Moser, Robert Edward Crawford, Robert L.S.M. de Toscano, Robert Rios, Rosanna Lyons, Ryan Simmons, Scott Santoro, Sean McLaughlin, Sharon A. Sussman, Soo Jin King, Stella P. Arbelaéz Tascón, Stephen Krauth, Stephen Smyth, Stephen Wood, Stuart Campbell, Susan Thayer, Susanna Luck, Tina Staples, Tracey Meighan, Vicky McCann, Von Williams, Wanda Brown, Wendy Jacobsmeyer, Wendy Rogers, William A. Kobylka, Yancy Landquist, Yiotis Katsambas
Montaje: Clare De Chenu
Música: Hans Zimmer
Producción ejecutiva: Max Howard
Sonido: Albert Gasser, Alyson Dee Moore, Andy Nelson, Anna Behlmer, Bruce Tanis, Carlos Sotolongo, Carmen Baker, Cindy Jo Hinkleman, Craig Heath, David Kern, David Marcus, Denis St. Amand, Douglas Parker, Gregg Silk, Jeff Gomillion, Jim Brookshire, John Roesch, Kevin Globerman, Larry Winer, Nils C. Jensen, Paul Massey, Piero Mura, Randall Guth, Robert Renga, Tim Chau, Troy Porter
La historia sucede en el viejo oeste americano, los cowboys se llevan caballos salvajes para obligarles a hacer trabajos forzados. Spirit, un joven mustang, hará lo imposible para proteger a sus seres queridos y por volver con su manada.
A todo esto se suma una gran banda sonora, protagonizada por Bryan Adams, que da un toque de color a la película.
Aquí os dejo con dos momentazos.